lunes, 29 de septiembre de 2014

Competencia informacional... más allá de las destrezas. El fomento de una actitud positiva hacia el conocimiento y una predisposición activa hacia el aprendizaje

El ámbito de los valores y de las actitudes es de especial relevancia en la competencia informacional. Los aspectos emocionales también actúan en los procesos de gestión del conocimiento. Es básico fomentar una autoestima positiva en el aprendiz, una autoconfianza en las propias capacidades para que tenga ilusión por aprender.

La competencia informacional precisa aprender a pensar para saber activar correctamente procesos cognitivos y lingüísticos en las situaciones de búsqueda, tratamiento y comunicación, pero también implica aprender a vivir, demanda el desarrollo de disposiciones afectivas que motiven y promuevan la curiosidad intelectual y las ganas de conocer y saber cómo actitudes para la vida.

Educar en información tal y como nos indicaba Félix Benito (1998) hace ya dos décadas, es una tarea que debemos articular en torno a tres variables que se relacionan y complementan: pensamiento, información y valores.
  • Aprender a pensar: para desarrollar la autonomía en los procesos de planificación, control y evaluación para la resolución de tareas que implican la utilización de información.
  • Aprender a informarse: para desarrollar habilidades para localizar, organizar, comprender, producir, presentar y comunicar información.
  • Arender a vivir: para desarrollar disposiciones afectivas que motiven y promueva n la formación permanente, así como la colaboración con el grupo en el acceso a la información.
Porqué hemos de incidir no únicamente en actitudes y valores sobre comportamientos éticos relacionados con la información (temas como el plagio o la propiedad intelectual), sino también en cuestiones vinculadas a la construcción de la identidad personal que implican un modelo de persona y un modelo de sociedad. Nuestro objetivo en este ámbito es el fomento de una actitud positiva hacia el conocimiento y una predisposición activa hacia el aprendizaje.

Nuestro mayor reto educativo en una sociedad sobresaturada de información es el hecho de fomentar y desarrollar  la actitud del aprendiz permanente. Aquel que se aproxima a los medios para encontrar no sólo información sino significados, porqué busca respuestas para sus preguntas.

Así pues considerar la competencia informacional solo a nivel funcional en referencia a la adquisición de habilidades y destrezas, es solo actuar en la superficie de una propuesta educativa que se sustenta sobre algo más sólido y significativo: los valores vinculados al conocimiento y al aprendizaje. Valores humanistas que como indica la filósofa estadounidense Martha Nussbaum en su libro “Sin fines de lucro” (2011) se vinculan al desarrollo humano y a la construcción de una sociedad democrática.